Un viaje
El valle de Ounila, enclavado en el corazón del sur de Marruecos, es un tesoro natural y cultural poco conocido, situado no lejos de la ciudad de Ouarzazate y cerca del pueblo de Asfalou. Esta región, aún virgen para el turismo de masas, ofrece al visitante un marco auténtico, un viaje en el tiempo y una inmersión en el esplendor natural e histórico de Marruecos.
El valle sigue el curso del Oued Ounila, que serpentea entre las áridas montañas del Alto Atlas. Este paisaje único alterna majestuosas formaciones rocosas, acantilados ocres, pueblos bereberes aferrados a las laderas de las montañas y exuberantes jardines verdes, creando un llamativo contraste con la naturaleza circundante. Es un destino ideal para los amantes del senderismo, donde cada desvío revela panoramas impresionantes. A lo largo de los senderos del valle se pueden admirar ancestrales kasbahs de adobe, fortificaciones que parecen salidas de los cuentos de Las mil y una noches.


Tesoros
Una de las joyas más emblemáticas del valle de Ounila es la famosa kasbah de Aït Ben Haddou, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO. Este ksar, con sus torres almenadas y sus murallas de tierra, es un testimonio vivo de la arquitectura tradicional del sur de Marruecos. También ha servido de escenario para numerosas películas internacionales. A sólo 3 km del Riad se encuentra el ksar de Tamdakhte, antigua residencia del Glaoui, señor de la región de Ouarzazate.
Una arquitectura monumental que se descubre a través de las kasbahs. Las cuevas trogloditas, viviendas históricas excavadas en cuevas que servían de graneros y refugios a la población local. O los pueblos ocres que se funden con las montañas multicolores, contrastando con los huertos en terrazas regados por el Khettaras.
En khettaras son tuberías subterráneas de varios siglos de antigüedad que permiten drenar el agua de la capa freática superficial hacia los palmerales y huertos. Este ingenioso sistema es una respuesta económica, ecológica y sostenible a las necesidades de agua y al cambio climático.
Sin embargo, el valle esconde muchos otros tesoros menos conocidos pero igualmente fascinantes, como la kasbah de Telouet (a 1.900 metros de altitud), antigua residencia de la poderosa familia Glaoui, y pueblos bereberes donde aún se practica la artesanía local con técnicas ancestrales.
Antes de llegar a Télouet, todavía funciona una mina de sal, por lo que merece la pena visitarla. Después de Télouet, el puerto de Tizi n'Tichka, que se eleva a 2.260 metros, le lleva hacia Marrakech.
Una región
Uno de los principales activos de esta región es su autenticidad. A diferencia de las zonas más turísticas, el Valle de Ounila sigue siendo un remanso de paz, donde el viajero puede descubrir la vida cotidiana de los lugareños, lejos del bullicio de las grandes ciudades. Es una invitación al encuentro y a compartir, en un marco natural excepcional.
Ksar Ighnda está situado en el valle de Ounila, antiguo camino de caravanas que unía el África saheliana con la ciudad de Marrakech, importante centro comercial. Además de su rica historia, este valle está lleno de maravillas.
Al alojarse en Ksar Ighnda, estará a sólo unos kilómetros de este valle mágico, que ofrece una oportunidad única para descubrir la esencia misma del Marruecos tradicional. Tanto si busca una excursión, un descubrimiento cultural o simplemente una escapada en plena naturaleza, el valle de Ounila le encantará por su belleza bruta y su rica historia.
