A pocos kilómetros de Ksar Ighnda, podrá visitar una mina de sal aún en funcionamiento. Se adentrará en las entrañas de la montaña para descubrir un espectáculo asombroso en el que los cristales de sal parecen fluir por las paredes y techos de las galerías que se pierden en la oscuridad.
Durante siglos, Télouet, bastión de la tribu Glaoua, fue paso obligado de las caravanas que unían Marrakech con Ouarzazate y las regiones subsaharianas. Los sucesivos señores Glaoua obtuvieron considerables beneficios imponiendo un derecho de paso a las mercancías.
A la vez fortaleza, castillo y caravasar, la kasbah de Télouet domina el oued Imaren y las aldeas circundantes. El Hadj Thami Glaoui, entonces pachá de Marrakech, añadió un lujoso palacio durante la primera mitad del siglo XX.
A lo largo de la antigua ruta de caravanas de camellos de Ouarzazate a Marrakech -cuyo trillado sendero aún marca el terreno- se encuentran las minas de sal de Telouet. Los judíos de la región recibieron la concesión para explotar las minas y el comercio de la sal de un pahsa (líder local) llamado Tahami, en reconocimiento a su éxito en impulsar la economía local mediante su participación en el comercio de grano, almendras, dátiles y otros productos esenciales.
La sal de color rosado de la región era apreciada por sus propiedades medicinales, comúnmente conocida como "sal viva", y antaño podía venderse al peso del oro o el marfil.
