chegaga

la aventura sahariana

Cuando se piensa en el desierto marroquí, a menudo viene a la mente Merzouga. Pero más allá, más allá de las carreteras asfaltadas, se revela otro Sáhara. Más salvaje, más tranquilo, más verdadero: Erg Chegaga.

Aquí, las dunas se extienden sin fin, el cielo parece más amplio y el silencio se apodera de todo. No hay multitudes, ni atracciones turísticas. Sólo la arena y el viento. Chegaga no es algo que se recorre, es algo que se domestica. Lentamente. Profundamente.

Erg Chegaga, desierto de Marruecos: la aventura sahariana definitiva

Si hay un lugar en Marruecos donde el desierto se revela en toda su grandeza, ése es Erg Chegaga. Lejos de los caminos trillados, este santuario de arena despliega sus dunas monumentales bajo un cielo infinito. Una invitación a la aventura, cruda y majestuosa.

Un desierto salvaje y auténtico en el sur de Marruecos

Situado a unos cincuenta kilómetros al oeste de M'Hamid El Ghizlane, Erg Chegaga se encuentra en el corazón del gran desierto del sur de Marruecos. Accesible sólo por pista, este erg es uno de los más remotos y espectaculares del país. Una tierra de silencio e inmensidad, modelada por el viento y habitada por la luz.

Aquí, el Sáhara se expresa en toda su pureza: dunas rubias hasta donde alcanza la vista, crestas cambiantes esculpidas por los vientos, alternancia de arena fina y mesetas rocosas. Un mar de arena cruda y viva, donde uno se siente solo en el mundo.

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senderismo en el desierto

historia

en la época de los nómadas

Entre tradiciones nómadas y patrimonio natural

Erg Chegaga pertenece al territorio ancestral de las tribus Aït Atta, guardianas de un estilo de vida nómada en armonía con el desierto. En las cercanías, el oasis sagrado de Oum Lâalag protegida por palmeras y alimentada por un insólito manantial de agua fresca en medio de la arena. Este lugar de descanso ha sido un punto de referencia espiritual para los caravaneros durante siglos.

Todo el sitio forma parte del Parque Nacional de Iriki, que protege los ecosistemas desérticos y semiáridos de la región. Un reconocimiento oficial para esta joya del desierto marroquí, cuya belleza es tan frágil como extraordinaria.

¿Qué hacer en Erg Chegaga?

El desierto se descubre viviéndolo. En Chegaga, los días están salpicados de gestos sencillos que adquieren otra dimensión: caminar por la arena, escalar una duna, escuchar el silencio. Estos momentos dejan huella, porque nos vuelven a centrar.

Durante su estancia en Ksar Ighnda organizamos excursiones por el desierto. Tras una buena noche en el Ksar, al día siguiente, desde Ouarzazate, la carretera se dirige hacia el Sur, en dirección a Zagora, bordeando el palmeral de Drâa y su ksour de adobe. Aldeas, oasis y kasbahs salpican este apacible tramo, que pasa por Agdz y Tamgroute (la ciudad de los alfareros).

M'Hamid marca el final del asfalto. Aquí comienza realmente la aventura sahariana.

Lejos de las multitudes y los circuitos señalizados, Erg Chegaga invita a una rara inmersión en el desierto marroquí. Aquí no hay decorados ni puestas en escena recargadas: sólo arena, luz y silencio. Es un desierto vivo, inmenso y crudo, para descubrir despacio y recordar durante mucho tiempo.

Viajar a Chegaga significa elegir un viaje sin florituras. Una aventura sencilla pero poderosa. Una noche bajo las estrellas, un amanecer sobre las dunas, una taza de té compartida junto al fuego... a veces es suficiente para desconectar de verdad.

Pero para un primer paso en el Sáhara, Chegaga sigue siendo la elección acertada: sincera, accesible e inolvidable.